El aire parisino se respira en cada uno de los rincones de este apartamento obra de Charlotte Fequet, donde los grandes ventanales y el suelo antiguo sirven de contenedor perfecto para un proyecto donde el color dorado se convierte en elemento conductor de las diferentes estancias. Siempre presente pero sin caer en el abuso.
El cerramiento metálico entre cocina y salón es delicado y orgánico al igual que el que aparece en el dormitorio de los niños, donde las formas curvas adquieren todo el protagonismo del diseño. Espectaculares también los detalles de carpintería de madera, tanto en la librería del salón, como en la mesa de trabajo o los armarios.
Por último uno de los recursos que más nos ha gustado: el suelo pintado de blanco en el dormitorio, de forma que el espacio adquiere frescura sin romper con la estética general de la vivienda.
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